Durante décadas la expectativa de que seamos efectivos y eficientes siempre existió y éramos conscientes de que las personas que no cumplían con uno u otro requerimiento nunca tendrían muchas esperanzas en el mundo laboral, la expectativa era que nosotros nos preocupáramos por el corto plazo, mientras que nuestra organización se ocupara del largo plazo.
De cierto modo, la organización se preocupaba de que estuviéramos constantemente actualizados y capacitados para los desafíos futuros, pero éramos nosotros los que teníamos que ver como aplicar esto a nuestro cargo particular. O de pedir ayuda a nuestro superior inmediato si era necesario.
Obviamente, esto último sigue siendo una expectativa. Pero, como las organizaciones no están en condiciones ni dispuestas a asegurar el trabajo a largo plazo a nadie, están cada vez menos interesadas en preocuparse de todo lo relacionado con nuestro desempeño futuro. Después de todo, si uno no cree que vaya a poder recuperar una inversión, ¿por que estaría interesado en invertir?
Esto, por supuesto, no implica que la capacitación vaya a desaparecer. Lo que significa es que cada vez más, ésta va a estar relacionada con los resultados a corto plazo y menos con el desarrollo continuo. Sigue leyendo